Trastorno de Ansiedad…Cuando nuestro cuerpo nos habla.

ansiedadPasé más de la mitad de mi vida preocupándome de cosas que jamás iban a ocurrir. – Sir Winston Churchill (1874-1965); político inglés.

Habitualmente cuando decimos que estamos ansiosos nos referimos a la sensación de nerviosismo o preocupación que percibimos ante ciertas situaciones de la vida cotidiana.

Las señales de ansiedad son un conjunto de reacciones corporales que se presentan en las personas ante situaciones de temor. Este temor puede ser real o no; con esto quiero decir que la ansiedad hace que la persona se anticipe a la situación. Ese temor se percibe muchas veces como una amenaza o peligro ante lo que se podría presentar en un futuro. La persona ansiosa se preocupa demasiado por lo que puede llegar a suceder, lo que provoca que tanto el cuerpo como la mente experimenten sensaciones de nervios, insomnio, palpitaciones, entre otros síntomas.

Mientras la ansiedad sea sólo una señal de alerta y la persona sepa manejarla no hay mayores consecuencias. El problema se presenta cuando este síntoma se instala tan fuerte en la vida de la persona que ya se le hace imposible controlarlo y se llega al desborde, lo cual genera angustias masivas y cierto tipos de patologías como: fobias, ataques de pánico, procesos inhibitorios, depresión o enfermedades psicosomáticas que atacan tanto la piel como los órganos gastrointestinales.

Muchas veces se comete el error de confundir un proceso ansiógeno con una depresión. Si bien en la ansiedad se experimentan sensaciones de desasosiego y angustia, no se dan otros síntomas propios de la depresión.

Podemos decir que la ansiedad se vuelve un problema, una patología, cuando se convierte en el estado frecuente con el que se vive, se vuelve algo habitual. Esto es palpable tanto para la persona misma como para su entorno; la persona comienza a circunscribir sus actividades sociales y su vida al lugar en el cual se encuentra seguro. A su vez, los procesos ansiógenos llevan a que quien los padece tenga pensamientos negativos, su proyección de futuro sea oscura, posea baja autoestima y se rotule a sí mismo con la etiqueta “YO NO PUEDO”.

Al darse esta especie de paralización, los desarrollos de angustia son frecuentes. Si bien se lo escucha decir que quiere salir de esa situación, la inhibición es tan fuerte que sólo deja a la persona instalada en la queja y sin capacidad de accionar sobre la realidad. A partir del trabajo clínico psicológico, que muchas veces va acompañado por un tratamiento farmacológico, se va recobrando poco a poco la confianza en sí mismo y por lo tanto la posibilidad de actuar para cambiar.

Este tipo de trastorno está principalmente asociado a la forma en que una persona piensa acerca de sus problemas, cómo se dispone a enfrentarlos y las herramientas simbólicas de las que dispone. Posiblemente lo más efectivo, y sobre todo preventivo, es aprender a manejar las emociones, las sensaciones y los pensamientos.

Es ahí donde la ayuda de la terapia psicológica es importante; a partir de ella se aprende a lidiar con las situaciones de angustia manejándolas de manera que no causen males mayores; se trabaja con la autoestima de la persona haciendo hincapié en que toda situación que se nos presenta en la vida, por más terrible que nos parezca, tiene su solución y que cada persona en particular posee las herramientas para lograr la solución, sólo que muchas veces no sabe cómo utilizarlas.

La mejor manera de prevenir los trastornos de ansiedad es aprender a leer y decodificar los mensajes que nos dan nuestro cuerpo y mente. Las pequeñas señales de angustia y ansiedad son un alerta a tener en cuenta…